“¿O
no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os dejéis engañar:
ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los
homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los
difamadores[a], ni los estafadores heredarán el Reino de Dios”. 1 Corintios
6:9-11
Actualmente,
las persona se engañan al intentar convencerse que lo que lo incorrecto es
bueno. Pero quien conoce a Dios sabe cuál es Su voluntad. Cuando alguien está
lejos de Dios, se deja guiar por las opiniones de los demás, por las modas
porque desconoce la Palabra del Señor.
Cuando
despreciamos a Dios, no podemos disfrutar de la vida que él nos promete en la
Biblia y sufrimos las consecuencias de estar lejos Suyo. Es por eso que muchas
sufren y no tienen claro qué rumbo tomar, se sienten perdidas. Por eso, buscan
ser felices de forma equivocada y se pierden haciendo su propia voluntad aunque
saben que van a sufrir.
Cuando
el hombre está perdido, empieza a vivir según sus propios deseos y allí las
obras de la carne hacen que se aleje cada vez más de Su creador. Algunos de las
obras de la carne que podemos leer en Gálatas 5:16-23, son la malicia, la
envidia, la obsesión por el dinero, la envidia, la falsedad, la soberbia y la
desobediencia.
También
podemos encontrar Sus enseñanzas sobre este tema en 1 Corintios 6:9-10 y
Romanos 1:26-32. Las personas que obran de esa manera terminan sufriendo porque
aunque satisfacen sus deseos, están vacíos de Dios, su vida espiritual está
muerta.
Dios
nos hace una propuesta, nos coloca delante el bien y el mal pero la elección es
nuestra. Si oímos su voz al elegir hacer lo correcto, tendremos una nueva vida.
Aunque nuestros propios deseos nos impulsen a hacer lo errado, él nos da una
nueva naturaleza q u e nos hará rechazar las obras de la carne, Él nos da una
nueva forma de pensar y de actuar.
Depende
de nosotros aceptar la propuesta del Señor Jesús que nos evitará el sufrimiento
y nos dará alegría y paz.
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