Durante todo este año, en la EBI
enseñamos pasajes bíblicos
relatando hechos los maravillosos que Dios realizó en la vida de
Su pueblo. Además pudimos conocer las impresionantes historias
de nuestro Señor que sigue siendo el mismo Dios del pasado.
Él siempre espera que Sus hijos sigan guardando y confiando en
Sus
promesas.
En su épooca, Gedeón también oyó a un hombre de Dios hablar
de los milagros del pasado. Él oyó historias maravillosas sobre
cómo Dios liberó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto.
Gedeón guardó eso en su corazón para no olvidar el poder del
Dios de Israel.
Es por eso que cuando Gedeón vio a su pueblo siendo oprimido por otros pueblos
que invadían
sus campos y destruían su ciudad, se indigno. Los israelitas trabajaban
escondidos y guardaban
su cosecha porque otros pueblod venían y se les robaban todo. Se pasaban noche
enteras sin
dormir por miedo a los invasores y Gedeón estaba cansado de soportar esa
situación y Él
manifestó su indignación.
“Y el ángel del Señor se le apareció, y le dijo: El Señor está contigo,
valiente guerrero. 13 Entonces
Gedeón le respondió: Ah señor mío, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos
ha ocurrido todo esto?
¿Y dónde están todas sus maravillas que nuestros padres nos han contado,
diciendo: “¿No nos hizo el
Señor subir de Egipto?” Pero ahora el Señor nos ha abandonado, y nos ha
entregado en mano[a] de
los madianitas”. (Jueces 6:12-13)
Dios sabía que Gedeón creía tanto en lo que Dios le había prometido a Su
pueblo, que le estaba
requiriendo que cumpla la promesa, pues no estaba viendo que eso se cumpliese
en su vida.
Él sabía que Dios no mentía, es por eso que vivir así no tenía sentido.
Por su actitud de exigir las promesas de Dios, Gedeón mostró su fe y agradó a
Dios. Hasta
entoces, ningún israelita Lo buscó y por eso sufrían y cada vez se distanciaban
del Señor
Dios. Aprendemos así que, sin fe es imposible agradar a Dios.
Entonces, si creemos en la Palabra de Dios y vemos problemas financieros,
enfermedades,
tenemos que indignarse contra la situación. No es rebeldía contra Dios, es
indignación
contra el mal. Los justos no pueden aceptar ningún tipo de opresión o
esclavitud. Esta
indignación nos hace experimentar el poder de Dios, nos da condiciones de
seguir adelante
y hasta de ayudar a otros que sufren. A Dios le agrada cuando manifestamos esa
fe
inteligente y buscamos viviruna vida de sacrificio y obediencia a Su palabra.
Eso también incluye la fidelidad en los diezmos y ofrendas, pues si creemos
Su protección y hacemos nuestra parte, seremos protegidos de nuestros
enemigos. No podemos aceptar el sufrimiento, ni acobardarnos delante
de los problemas. Nuestro Dios y Señor de los Ejércitos y
Sus hijos no pueden comportarse como derrotados.
Ellos tienen que ser valientes, tener coraje y actitud
de vencedores, no importa la situación.