Ellos fueron a la Iglesia para orar, y en el momento de la oración el fariseo se comenzó a exaltar diciendo para Dios, que hacia todo lo correcto Y por eso era mejor que todas las personas, y mejor que el publicano que estaba allá en el final de la iglesia. El publicano, triste y arrepentido de hacer tantas cosas erradas, oraba de cabeza baja pidiendo a Dios que lo perdonara y que tuviera misericordia de él. Él decía: Señor, perdóname pues soy el peor de los hombres.
Conclusión:
Dios no se alegra cuando nos creemos mejores que los otros, y maltratamos a las demás personas. Él es muy feliz cuando reconocemos que somos llenos de fallas y errores, y que precisamos de Su ayuda. Aunque sepamos orar y contar algunas historias de la biblia, no debemos despreciar ni maltratar a aquellos que nos conocen. Debemos tratar con amor y cariño mutuamente así como Jesús hace con nosotros. Nunca debemos actuar como los fariseos, y si como el publicano, reconociendo que no somos nada, y tampoco mejor que nadie.
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