Jesús contó la historia de un hombre muy rico que decidió hacer una gran fiesta para sus amigos. Pero esta fiesta no era común, sino una ¡súper fiesta! La mesa era tan grande que no se podía ver donde terminaba.
En ella habían muchos tipos de comida: postres, jugos, gaseosas, dulces, helados… pero ni todos podían participar de esta fiesta; solo personas importantes o que fueran familia de aquel hombre rico.
Él envió a su siervo a invitar a sus amigos y parientes. Pero al hacer la invitación, todos dieron una excusa para no ir a la fiesta. Cuando el siervo volvió con la respuesta, el hombre quedo muy triste, pero decidió hacer la fiesta aun así, solo que esta vez, en vez de invitar a sus conocidos, el pidió para llamar a todas las personas: pobres, enfermos, ciegos, en fin, todos Aquellos que ni imaginaban que un día podrían entrar en aquel bello palacio. Ellos quedaron tan felices, pero tan felices, que inmediatamente aceptaron la invitación.
Y así la gran fiesta sucedió y el palacio de aquel hombre quedo lleno de personas.
Conclusión:
Saben chicos, cuando Dios envió a Jesús, Él también hizo una invitación para el pueblo de Israel, pero ellos no quisieron aceptar. Entonces, Jesús vino hasta nosotros y nos invitó a entrar en el Reino de Dios, y todos los que Lo aceptan son llamados hijos de Dios y tienen el derecho de disfrutar de todo lo que Él tiene. hasta de vivir con Él para siempre en su palacio, allá en el cielo.
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